Uno de los requisitos más importantes para saber cómo abordar el cuidado de la piel es conocer sus necesidades y para ello es fundamental entender su estructura y composición. Podemos así descubrir si nuestra piel tiene tendencia a la sequedad o si en cambio está deshidratada; si tiene un alto o bajo contenido en sebo; si su barrera protectora presenta una adecuada integridad y es capaz de ejercer su función o, si por el contrario, nuestra piel está desprovista de su protección.
Para comenzar, debemos saber que la piel, además de ser el órgano más extenso de nuestro cuerpo, está dividida en tres capas que, de la más externa a la más interna se conocen como epidermis, dermis e hipodermis. Entre todas dan lugar a un órgano multifuncional que participa en la protección, inmunología, termorregulación, secreciones, sensaciones y producción de vitamina D. Por eso mantenerla en buen estado no es solamente una cuestión estética, sino también de salud.
A nivel cosmético, las más interesantes son las dos primeras capas, ya que la hipodermis es fundamentalmente una capa grasa y vascularizada, aislante del calor.
La parte más superficial de la epidermis y que es la primera barrera protectora con la que contamos, aunque pueda sorprendernos está formada por células sin vida y sin núcleo, rellenas de proteínas como la queratina y unidas entre sí gracias a una mezcla de lípidos que vulgarmente conocemos como el “cemento” de nuestra piel. No es de extrañar por tanto, que cuando hablamos de la piel salgan a relucir componentes como el colesterol, las ceramidas o los ácidos grasos, que están presentes en multitud de productos cosméticos y que en la piel complementan la hidratación al impedir la pérdida de agua transepidérmica. Otra forma de abordar la hidratación es hacerlo mediante componentes hidrófilos como la glicerina o la urea – entre otros – que también están presentes de forma natural en nuestra piel formando el conocido “factor de hidratación natural”. Aportándolos en nuestros cosméticos conseguimos mejorar la retención de agua de esta estructura. Además, el carácter ácido de la emulsión hidrolipídica que recubre la parte más externa de la piel, es el que mantiene el equilibrio de la flora cutánea e impide la entrada y proliferación de microorganismos perjudiciales.
La siguiente capa, la dermis, sirve de soporte para la anterior y su principal funcionalidad se debe a la presencia de los fibroblastos, responsables de la síntesis de otros dos componentes ampliamente conocidos por todos, el colágeno y la elastina y también de la sustancia fundamental, rica en ácido hialurónico. Esta es la razón de que muchos cosméticos incluyan en su composición principios activos promotores de su producción, como por ejemplo los AHAs y muchos extractos y aceites vegetales o directamente el colágeno, la elastina o por supuesto, el ácido hialurónico.
En este sentido, personalizar el cuidado de la piel tiene la ventaja de que nos permite abordar en cada caso el factor o componente que más nos interesa, pudiendo mejorar la hidratación, la función barrera o la estructura de cada capa de nuestra piel. Por eso en Uniquely contamos con variedad de principios activos que abarcan los diferentes objetivos y mejoran los componentes de las estructuras de las que está provisto cada estrato de nuestra piel. Así, realizamos un cuidado específico en función de las necesidades de la misma y aportamos los elementos estructurales más adecuados en cada caso.